viernes, 22 de agosto de 2008

EL SUJETO INVESTIGADOR EN LA EPISTEMOLOGIA DE LA COMPLEJIDAD

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"Debemos concebir que una gran parte de la conducta biológica…Está más allá del principio de utilidad de homeostasis, de estímulo-respuesta”

Von Bertalanffy


Antes de considerar el pensamiento de lo complejo propugnado por Morín y otros autores, es necesario reflexionar y tener presente que no se trata de reemplazar una visión científica incorrecta y obsoleta por otra actualizada y que sería perfectamente correcta e inmutable por el resto de la historia. Por eso es indispensable recordar que el cambio en las ideas es constante y en cada momento del futuro puede haber distintos valores, creencias, mitos y/o cosmovisiones.

La aparición de nuevos enfoques puede representar una crisis paradigmática en la visión mecanicista reduccionista que aún predomina en nuestro tiempo, para dar paso a la construcción de una perspectiva sistémica-ecológica-holística. Sin embargo, el arraigo del paradigma simplificador es tan fuerte que Morín (1999) lo expresa con angustia cuando dice: “El pensamiento mutilado que se considera experto y la inteligencia ciega que se considera racional, siguen reinando” (p.197).

Por ello el sujeto investigador ha de esforzarse para crear una atmósfera apropiada e irse desconectando de las pautas y configuraciones que prevalecen en su mente: de los conceptos, principios, valores y leyes que le impiden adentrarse en la cosmovisión de la complejidad e iniciar el camino con atrevimiento, a despecho de las burlas, no solamente exteriores, sino también, las peores, las interiores, que nos reclaman el retorno al viejo paradigma donde hemos sido formados planteándonos la duda de si estamos haciendo ciencia o pseudociencia. Todo este proceso reflexivo lo ayuda a “deconstruir” las viejas concepciones que lo han hecho perderse en el mundo, un mundo discriminatorio, formulador de juicios y evaluaciones; desde la niñez nos han inculcado la idea de lo bueno y lo malo, la idea del bien y del mal; toda clase de deberías y no deberías.

El mundo reduccionista necesita de personas autómatas y desde niños nos adiestran para ello; de esta manera nos perdemos cada vez más en un lenguaje de palabras y pensamientos mediatizados impidiéndonos encontrar el camino de una conciencia no discriminatoria. Por lo tanto, reflexionar sobre todos estos aspectos ayuda al sujeto investigador a comprender mejor la realidad como un conjunto de relaciones e interrelaciones; e irse dando cuenta que la ciencia no posee cimientos firmes ni fundamentos.

Mientras los principios tradicionales hablan de las leyes fundamentales, refiriéndose a la base del conocimiento; el pensamiento de lo complejo concibe a la realidad como una red interconectada de fenómenos, donde no hay elementos primarios ni secundarios, no hay cimientos; ninguna de las propiedades del entramado es fundamental. Todas dependen de las demás.

En esta concepción, el sujeto investigador como ente activo se vuelve consciente de la interdimensionalidad, de la presencia de lo contradictorio, reconoce lo inconcluso del pensamiento, lo inacabado y negocia con la incertidumbre. Ve a la naturaleza como una red dinámica que incluye al ser humano como componente integral. Se plantea una nueva visión ontológica. Todas las cosas se ven como interdependientes e inseparables. Le emerge la conciencia de la unidad e interrelación mutua de todas las partes y acontecimientos.

Sumergido en la complejidad, el sujeto investigador experimenta un cambio: de pensar en función de la estructura, pasa a pensar en función del proceso. La realidad es intrínsecamente dinámica. Por lo tanto, todo lo que observamos son modelos dinámicos que cambian continuamente uno dentro del otro, una continua danza de energías.

En este diálogo con la realidad fenoménica, el sujeto se funde con el objeto de estudio; no es posible separar el observador de lo observado, dando paso a la subjetividad e intersubjetividad. Esto indica el advenimiento de diferentes lógicas y de una nueva coherencia. Es el cambio desde una verdad objetiva absoluta a descripciones aproximadas. El paradigma de la complejidad reconoce que todas las teorías y conceptos son aproximados y limitados. “La ciencia avanza a través de respuestas tentativas” dice Pasteur.

Finalmente, dentro de la epistemología de la complejidad, el sujeto investigador experimenta un verdadero cambio de conciencia, adquiere una conciencia ecológica, una actitud dialógica de no control ni dominio; esto le permite comprender, construir conocimiento, transformar la realidad y ser transformado por ella. Es el estar siempre abiertos a todas las posibilidades con una postura no violenta. Morín (2002) lo confirma cuando señala:

“Ecologizar nuestro pensamiento de la vida, del hombre, de la sociedad, del espíritu, nos hace repudiar para siempre jamás todo concepto cerrado, toda definición autosuficiente, toda cosa “en sí”, toda causalidad unidimensional, toda determinación univoca, toda reducción achatante, toda simplificación de principio”. (p. 144).

BIBLIOGRAFÌA

  • Capra, F. (1992). El punto crucial. Ciencia, sociedad y cultura naciente. Buenos Aires: Troquel

  • Hock, D. (1999). El nacimiento de la era caòrdica .Buenos Aires: Granica.
  • Marturana, H. (1999). Transformación en la convivencia. Santiago de Chile: Dolmen Ediciones.
  • Morin, E (1999). Introducción al pensamiento Complejo. Barcelona: Gedisa

  • Morin, E (2002). El Método. La Vida de la Vida. Madrid: Cátedra

  • Morin, E (1999). Tierra Patria. Barcelona: Kairòs